Sigue apretando el calor, pero no por ello dejamos de salir a observar y contemplar la naturaleza, ni de disfrutar de lo que nos ofrece para combatirlo. ¡Qué mejor para ello que acompañar al agua en su recorrido!
Una de las formas más refrescantes, sin lugar a dudas, es hacer una larga caminata con las piernas metidas hasta las rodillas en una levada o canal, por el que discurre un agua fresca y trasparente, a la sombra de largos túneles naturales producidos por los árboles.
Una experiencia que tardarán tiempo en olvidar el grupo de alemanes con los que tuve el placer de realizar la Ruta del agua: los túneles de la propia levada que se aventuraron a pasar así, como los chorros de agua que no dudaban en tomarlos por sus cabezas y espaldas cada vez que topábamos con uno de ellos.
Con el termostato del cuerpo bien regulado por las sensaciones vividas, el silencio y la relajación se hizo en el grupo al llegar a una gruta que se tragaba una pequeña cascada y parte del agua, como el pulverizador de las pescaderías, es escupida por la corriente de aire que sale al exterior.